peculiares.
Sealand, Un Insólito Microestado

Nos lo cuenta uno de los pocos viajeros que han logrado visitarlo.

Por Marta González-Hontoria

Solo hay dos razones por las que querer ir al Principado de Sealand, el microestado con bandera y moneda propias que se alza sobre una vieja plataforma de artillería de la Segunda Guerra Mundial. Una responde a la curiosidad que despierta su rocambolesca historia. La otra es una cuestión de eliminación. Para un viajero extremo como Michael Runke, que ha recorrido literalmente todo el planeta, simplemente se agota el mapamundi. “Sealand es uno de los rincones más inusuales del mundo. Es un lugar de locos con una legado de 50 años”, afirma el fotógrafo alemán al otro lado del teléfono. La historia de Sealand se remonta a los años 60 del siglo pasado cuando Roy Bates ocupó la antigua fortaleza naval de Knock John, entonces en aguas internacionales, para instalar allí una estación de radio pirata que esquivara el control del Gobierno del Reino Unido. Una vez allí tuvo una idea mucho más audaz. No solo rechazó la orden británica de abandonar el fuerte, sino que decidió proclamar en él el Principado de Sealand, declarándose a sí mismo Príncipe Roy y a su mujer, Joan, princesa de Sealand. Nacía así el microestado más pequeño del mundo: 0,004 km2, más o menos como una pista de tenis sobre dos grandes torres de hormigón.

Bates diseñó su propia constitución. Decidió izar una bandera roja, blanca y negra en el rincón del mar del Norte; Creó pasaportes, sellos y hasta moneda. También un himno nacional y un lema para su nación: E Mare Libertas: Desde el mar, libertad. “Podré morir joven o viejo, pero nunca moriré de aburrimiento”, aseguró Bates en una entrevista en la década de los 80. “De las muchas naciones creadas a sí mismas del mundo, o micronaciones, Sealand es el mejor ejemplo de una subespecie llamada Estados-plataforma”, explica Alastair Bonnett en su libro Fuera del mapa. “Reino Unido no ha hecho ningún intento para tomar Sealand y el gobierno británico sigue tratándolo como un estado independiente de facto”. Ningún país ha reconocido formalmente a Sealand, pero tampoco la familia Bates ha pedido nunca ese reconocimiento. Hoy, Sealand gana dinero vendiendo títulos aristocráticos y alojando servidores de Internet. También vive de la pesca. “Hay gente permanentemente que se dedica a cultivar ostras”, relata Runkel . “Cuando llegamos allí conocimos a unas doce personas que se encontraban en la plataforma”.

Fue el pasado mes de junio cuando el fotógrafo de Núremberg viajó a Sealand acompañado de otros miembros de NomadMania. Este grupo de trotamundos extremos divide el planeta en 1.301 regiones y su propósito es visitar todas y cada una de ellas. Runkel ocupa ahora mismo el séptimos puesto de su ránking al haber conocido 1.119 de ellas. “Fuimos a Sealand un fin de semana. El primer día había marejada así que no pudimos llegar. El segundo tuvimos más suerte. Lo que encontramos es un lugar interesante por decirlo de alguna forma”. Antes habían tenido que hacer las gestiones burocráticas. “Es todo muy formal. Tienes que rellenar papeles y te tienen que conceder una visa antes de ponerte el sello en el pasaporte”.
A los pies de la solitaria plataforma les esperaba una grúa que baja un pequeño columpio de madera y que te alza los 20 metros que te separan de la plataforma. Runkel no puede más que reírse al recordar la experiencia. “Fue muy divertido. Han estado en Sealand amigos y familiares de Michael Bates, el príncipe actual, pero “Las habitaciones están todas en los dos pilares que sujetan la plataforma, así que todas son circulares. Hay hasta una pequeña prisión”, añade Runkel o, como desde entonces podríamos llamarle “Lord Michael Runkel”. “Sí, me dieron el título durante la visita”. Claro que no hay que ser un invitado del actual príncipe de Sealand o haber dado la vuelta al mundo como Runkel para obtener un título nobiliario del principado. Se venden en su página web. Por 37 euros se compra el de lord, lady, barón o baronesa. El de sir o dame asciende a 118 euros, pero si su sueño es convertirse en duque o en duquesa prepare un desembolso de casi 600. nosotros fuimos el primer grupo de visitantes”.

EL MUNDO.

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Cuba, La Habana. Investigador del Centro de Investigaciones Pesqueras, doctor en Ciencias en el Uso, Manejo y Preservación de los Recursos, y maestro en Ciencias del Agua.

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