Agua para la vida, por Víctor M. Toledo*
El panorama del agua en México es hoy muy preocupante si no es que trágico. Grupos muy poderosos acaparan el líquido vital: mineras, gaseras, cerveceras, refresqueras, lecheras, ranchos agrícolas y ganaderos, granjas avícolas y porcícolas, etcétera, en detrimento de un uso equitativo, transparente, regulado y ambientalmente racional. Los datos disponibles caen como pesadas rocas: 70 por ciento de las aguas concesionadas están en manos de solo 7 por ciento de los concesionarios y existen mil 11
Todo esto conforma el legado hidráulico de 30 años de neoliberalismo, que el nuevo gobierno está obligado a remontar. El reto no es menor. Hoy, como en el resto de las cosas, el dilema del agua adquiere también una bifurcación definitiva: o agua para la vida, justa, digna y plena, o agua para los negocios, la usura y la rapiña, que en términos prácticos la sociedad percibe como un agua para
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