Así es viajar por la Ciénaga Grande de Santa Marta en el 2021 POR MARIA CAMILA BOTERO* / MAYO19 / 2021

Foto: Maria Camila Botero

Visitamos Buenavista, uno de los pueblos palafitos de la Ciénaga Grande. Un recorrido lleno de riqueza natural y cultural.

Aunos 32 kilómetros de tierra firme, en Ciénaga Grande, Magdalena, se encuentra Buenavista, uno de los dos pueblos palafitos existentes en Colombia. Tras un viaje de aproximadamente una hora y media en lancha desde Pueblo Viejo, Magdalena, finalmente se ve a lo lejos una hilera de pequeñas casas verdes, rosadas, azules, amarillas y los colores vívidos más bonitos que se pueda imaginar, que son el hogar de al menos unas 150 familias.

 

 

Sus pobladores se transportan a través de canoas, los niños juegan felices y se arrojan al agua para atrapar el balón que se sale constantemente de la cancha (el único espacio de tierra firme en el pueblo) y los perros y los gatos cruzan de lado a lado nadando.

Ahí entendí que sí tienen carreteras, pero de agua y que los regalos típicos que un niño podría pedir como una bicicleta, un monopatín o unos patines, no son de gran utilidad en Buenavista.

Antes de entrar en detalle acerca de este fascinante lugar, hablemos de cómo es el recorrido a través de la ciénaga para llegar a este pueblo palafito.

Riqueza natural exuberante en Ciénaga Grande

El recorrido inició a las 7:30 a.m. en el Gimnasio Náutico Costa Lara en Pueblo Viejo, Magdalena, a donde se llega tomando un bus desde Santa Marta o Ciénaga, que tarda aproximadamente 40 minutos.

Luego de una explicación acerca del recorrido que íbamos a realizar, nos subimos a una embarcación con motor y carpa que, cumpliendo con los protocolos de bioseguridad, permite dos personas por banca. En mi caso, éramos 10 personas, incluidos el conductor y el guía, en una lancha apta para al menos 16 personas.

A las 8:00 a.m. ya estábamos navegando por las aguas de la Ciénaga Grande. Este ecosistema ocupa más o menos un área de 725 kilómetros cuadrados. Está conformado por manglares, lagunas, ríos y áreas pantanosas que no sobrepasan los dos metros de profundidad.

Por esta razón, la ciénaga es el hábitat de miles de especies naturales como caimanes aguja, manatíes, nutrias, osos hormigueros, monos aulladores, iguanas, tortugas y muchísimas aves que acompañan durante todo el recorrido a las lanchas que navegan por su territorio.

Esto último convierte a la ciénaga en uno de los mejores destinos para el avistamiento de aves. Se tienen registros de casi 199 especies nativas y más de 516 aves de paso, entre las que se pueden encontrar colibríes, garzas, fragatas, gavilanes, golondrinas y muchas clases de patos como aguja, cucharo, pisingo y barraquete.

Fue gracias a los patos barraquetes que pude observar el espectáculo natural más impresionante de toda mi vida. Una hilera negra de cientos y cientos de estas aves migratorias que acompañaron parte del recorrido. Así mirara adelante, atrás o a los lados, ahí estaba la bandada de patos volando coordinadamente a ras del agua y, de vez en cuando, sumergiéndose para pescar o darse un chapuzón.

Y no es todo. Los manglares hacen del recorrido algo extraordinario. La combinación del verde vivo de los arbustos con el azul del cielo y del agua, luce a la perfección con las garzas blancas que se posan sobre las ramas.

ciénaga grande

Además, el recorrido por un estrecho canal del Río Frío, rodeado de manglares, es el lugar perfecto para terminar el recorrido y darse un refrescante baño en sus deliciosas aguas.

Este es un viaje recomendado para que los colombianos recordemos el porqué somos el segundo país más biodiverso del mundo. Sin embargo, según Constancio Lara, agente turístico, el 90 % de los que realizan este recorrido, son extranjeros.

La pesca como modo de vida

Es a través de la pesca que subsiste gran parte del departamento de Magdalena, como el municipio de Ciénaga, Pueblo Viejo y los pueblos palafitos. Por ello fue común encontrar una lancha pesquera casi cada kilómetro usando diferentes técnicas artesanales para hacer más exitosa su cacería.

Lancha ciénaga grande

Aparte del tradicional método de lanzar la atarraya, aprendí sobre la técnica llamada ‘bolicheo’, que requiere de mucho trabajo en equipo. Consiste en acomodar una red gigante alrededor de la canoa y esperar hasta que llegue un cardumen de peces. Cuando ya han caído en la trampa, una persona se encarga de remar para que la embarcación se mueva en círculos, otro golpea con un palo sobre el agua para aturdir a los peces y otro da golpes sobre la madera de la canoa, que emite un particular sonido que les ayuda a atraer aún más.

bolicheo ciénaga grande

Fuera de esto, hay otros tipos de trampas para atrapar cangrejos y camarones. Por ejemplo, la del cangrejo es una pequeña jaula de red de nailon y en el recorrido logramos ver una que había atrapado un pequeño crustáceo, pero cuando el guía la levantó para mostrarnos, logró escaparse.

ciénaga grande

Los pescadores también usan palos para delimitar el espacio donde tienen sus trampas, así los demás saben que no pueden acercarse y con eso, a la vez, se dividen por sectores: unas embarcaciones se encargan de cangrejos, otras de camarones y de peces.

pescadores

Además, hay algunos pesqueros que se quedan hasta tres días en la ciénaga. Por lo tanto, llevan objetos rudimentarios para cocinar y arman pequeños campamentos cerca de los manglares para pasar la noche.

El colorido pueblo palafito Buenavista

Luego de haber atravesado gran parte de la Ciénaga Grande, cruzado un caño de unos 450 metros llamado Caño Grande – que es uno de los canales naturales que interconecta las ciénagas con el Río Magdalena -, llegamos casi a las 10 a.m. a Buenavista, un lugar que le hace honor a su nombre.

Ese recorrido que hicimos es el mismo que tienen que hacer los pobladores del lugar para llegar a tierra firme y el que deben hacer diariamente los profesores y doctores para prestar sus servicios. Aunque por el momento no están llegando al pueblo.

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niño pueblos palafitos

La primera impresión que me dio Buenavista fue de asombro. Me pareció fascinante ver que todas las casas tenían tanto color y algunos dibujos de flores, corazones y animales. Al igual que muchas de las canoas, que además tenían nombres como ‘Palomita volantona’ y ‘La fama’.

canoa la fama

Mientras cruzábamos en la lancha junto a sus casas, todos nos saludaban. Sin embargo, por cuestiones de pandemia, no está permitido tener contacto directo con ellos, pues es un territorio libre de covid.

Las casas están construidas en la ciénaga y se edifican sobre pilares de madera fuerte, como caracolí y balso. Por eso se les conoce como palafitos. Se estima que la madera puede durar 12 años en esas condiciones. Cuando se cumple el tiempo, reemplazan los palos y hacen los arreglos necesarios por partes, para no desarmar toda la casa.

La pesca es la principal fuente de ingresos

No hay tierras para sembrar. Básicamente, solo hay pescado, así que cuando una persona pesca, otra lo vende y trae las provisiones para abastecer las tiendas del pueblo, que van desde un tomate hasta cualquier otro artículo indispensable en la canasta familiar.

canoa la patrona

Por supuesto, todos deben transportarse en lancha para ir a la casa del vecino o a la tienda. Cuando una familia no tiene canoa, se la inventa. Puede ser un balde, una tabla o cualquier cosa que se mantenga a flote y les permita cruzar al otro lado.

“Las excentricidades que podemos tener en tierra firme, como anhelar un Mercedes Benz, un Ferrari o un Lamborghini, allá no valen ni un solo peso”, explica Agustín Lara, guía turístico y embajador de la reconciliación de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

puente pueblos palafitos

Las mascotas también han tenido que adaptarse al mundo acuático. “Los perros, para cumplir con el llamado de la naturaleza, deben nadar hasta la otra casa para encontrar una perrita en celo y así preservar la especie”, asegura Lara.

“Los gatos, que por naturaleza le tienen pavor al agua, aquí nadan naturalmente para ir a cazar ratones”, agrega. No sabe con exactitud cómo llegaron, pero sí que algunas casas los tienen. “Me imagino que se metieron de polizontes en las canoas”.

 

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Publicado en Artículos.

Cuba, La Habana. Investigador del Centro de Investigaciones Pesqueras, doctor en Ciencias en el Uso, Manejo y Preservación de los Recursos, y maestro en Ciencias del Agua.

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