La crisis ambiental y las intoxicaciones alimentarias: el caso de la ciguatera

SEPTIEMBRE 30, 2021

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Los problemas ecológicos del planeta sin duda afectan la salud de los seres humanos: la más reciente advertencia es la pandemia de covid-19. Con la nueva serie “El cuerpo ante la crisis ambiental”, los blogs Crisis Ambiental y (Dis)capacidades exploran las consecuencias de esta desestimada relación.

La ciguatera es una intoxicación causada por el consumo de peces de arrecife de áreas tropicales y subtropicales de todo el mundo que han acumulado en sus tejidos (cerebro, músculo, vísceras e incluso huesos) potentes toxinas marinas llamadas ciguatoxinas (CTX). Estos compuestos son poliéteres solubles en grasas, resisten el frío, el calor y los ácidos. Son producidos por microalgas que viven en el piso marino sobre coral muerto, rocas y arena (dinoflagelados bénticos) llamados Gambierdiscus y Fukuyoaque, al ser alimento de otros organismos, llegan hasta los peces carnívoros a través de las redes tróficas marinas (bioacumulación).

Imagen por Microscopia Electrónica de Barrido deGambierdiscus del Caribe Mexicano. Imagen obtenida por Antonio Almazán y Yolanda Hornelas

Al consumir peces con CTX las personas presentan un cuadro complejo de intoxicación que puede ir de moderado a grave, con una sintomatología que comprende una variedad de desórdenes gastrointestinales, cardiovasculares y neurológicos (ver recuadro al final). En ciertos casos, estos pueden perdurar y evolucionar a una enfermedad crónica.1 Algunos de los signos y síntomas pueden durar días, semanas, meses e incluso años Pueden incluir disturbios psiquiátricos con problemas en la memoria, ansiedad y depresión, susceptibles a ser reactivados por el estrés, o el consumo de pescado, alcohol y drogas. Se ha descrito que las ciguatoxinas pueden ser transferidas a través de la leche materna; incluso ha habido reportes de hormigueo y parestesias localizadas en las parejas sexuales de pacientes en la fase aguda de la enfermedad. Si bien el uso de manitol ha demostrado cierta utilidad, esto es únicamente en las primeras 24 horas.2 No existe un antídoto específico.3

El Codex Alimentarius de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) describe que los dinoflagelados de la ciguatera se convertirían en una creciente amenaza a la seguridad alimentaria debido al cambio climático. En 2016, el Comité Internacional sobre Pesca planteó que la intoxicación por peces es un problema que afecta cada vez más a las naciones ubicadas en regiones tropicales y subtropicales de los Océanos Pacífico, Índico y Mar Caribe. En estas regiones las tormentas y huracanes son más frecuentes y el aumento de la temperatura de la superficie marina es mayor. Ello influye en la distribución y proliferación de las microalgas y las toxinas relacionadas a la ciguatera y vuelve más impredecible la aparición de sus casos.

Distribución y presencia de ciguatoxinas

Pese a que la mortalidad en humanos es baja (alrededor del 1 %), la intoxicación por ciguatera representa un serio problema de salud pública: cada año se presentan alrededor de 50 000 casos, y algunos autores estiman hasta 500 000 a nivel mundial.4 Además, es importante tener en cuenta que se tiene un alto subregistro de esta enfermedad en diversos países, ya sea por desconocimiento del personal biomédico o porque es confundida con otras enfermedades infecciosas o alérgicas. Se ha calculado que estos registros pueden representar sólo el 20 % de la cifra real. La ciguatera es el síndrome de origen no infeccioso que causa el mayor número de intoxicaciones humanas por consumo de pescado, afectando tanto a las poblaciones costeras como al comercio local e internacional de distintos productos pesqueros.5

En el continente americano, las intoxicaciones ocurren principalmente en Hawái, Florida y Texas, Estados Unidos; países insulares del Mar Caribe, y en Belice, Colombia, México y Venezuela. Sin embargo, otros países pueden presentar casos de intoxicación tanto por la importación de productos pesqueros como por el consumo de pescado por turistas visitantes; así ha sucedido en los últimos años en Alemania, Brasil, Canadá, España y Reino Unido. Otra tendencia reciente es la expansión geográfica de esta enfermedad a áreas previamente no afectadas, no sólo en ciertos grupos de islas del Pacífico, sino también en regiones templadas de todo el mundo como probable consecuencia de los efectos del cambio climático.6

Colecta de muestras en los mares mexicanos
Fotografías: Benjamín Delgado Pech y Luis A. Barra González

El caso de México

En 2019 publicamos una revisión que contabilizó 464 casos de ciguatera en México entre 1984 y 2013. Los casos se dieron en los estados de Baja California Sur, Quintana Roo y Yucatán, y en turistas mexicanos que se intoxicaron en Cuba; se asociaron a peces (meros, garropas, cabrillas, pargos y barracudas) que provenían de islas, islotes, cayos y zonas de arrecife.7 Recientemente hemos documentado 328 nuevos casos entre 1979 y 2020, con el Caribe Mexicano como la zona con mayor incidencia, donde el principal organismo vector es la barracuda. Sin embargo, también se registraron nuevos casos en Veracruz, Campeche y Yucatán en el Golfo de México, y casos esporádicos en Baja California Sur (Pacífico y Golfo de California), y Colima (Pacífico Tropical Mexicano).

Ejemplares de barracuda y pez león obtenidos en Isla Mujeres, Caribe Mexicano y Tuxpan, Veracruz, Golfo de México
Fotografías: Antonio Almazán Becerril, Benjamín Delgado Pech y Luis. A. Barra González

Campo pesquero en Campeche, Golfo de México
Fotografía: Erick Núñez Vázquez

Campo pesquero y turístico en Puerto Morelos, Caribe Mexicano
Fotografía: Erick Núñez Vázquez

Isla de Cozumel, Caribe Mexicano
Fotografía:  Erick Núñez Vázquez

En agosto y septiembre de 2020 sucedieron dos lamentables nuevos brotes de intoxicación por consumo de barracuda con veintidós casos y  dos decesos en Chetumal, Quintana Roo, y otro con treinta casos en la comunidad Maya de Oxkutzcab, Yucatán. También se registraron dos casos en el Estado de México por consumo de sierra, y un probable primer caso del “síndrome de Haff” en Boca del Río, Veracruz, por consumo de robalo. En algunos de estos eventos, los pacientes fueron atendidos inicialmente como posibles casos de covid-19, mientras que en los dos brotes de la Península de Yucatán la atención hospitalaria se complicó por la saturación hospitalaria derivada de la pandemia. Con base en estas investigaciones, la ciguatera en México es la principal causa de intoxicaciones por consumo de mariscos asociado a los florecimientos algales nocivos.

Consideraciones finales

La ciguatera no sólo es un problema importante de salud pública, también representa una gran amenaza para la sostenibilidad y seguridad alimentaria de las comunidades costeras. Se espera que este problema aumente a nivel mundial en el contexto del cambio climático, la crisis ambiental y el aumento de la eutrofización en los entornos de los arrecifes por el deterioro costero ocasionado por las diversas actividades humanas. Se ha descrito el aumento de fenómenos hidrometeorológicos y nuevas amenazas por especies invasoras ocasionados por el desarrollo descontrolado en la construcción marítima y turística, las plataformas petroleras, y otras actividades industriales que crean sustratos para diferentes especies de microalgas, macroalgas e invertebrados bentónicos que pueden influir en las poblaciones de dinoflagelados tóxicos.

A lo anterior hay que agregar que la ciguatera aún es poco conocida por la sociedad en general y por el propio sector biomédico; por ello, es importante su divulgación, la investigación científica regional, nacional e internacional, y el desarrollo de un plan nacional para su manejo. En México hay poca investigación sobre la fisiología y ecología de las microalgas Gambierdiscus y Fukuyoa y otras especies bentónicas tóxicas, pero existe evidencia de la presencia de diversas especies del género Gambierdiscus, Ostreopsis Prorocentrum en el Pacífico, el Golfo de México y principalmente en el Caribe Mexicano.8 Estos hechos señalan la importancia de realizar investigaciones más sistemáticas sobre los casos de intoxicación por consumo de alimentos de origen marino en el país. Es muy probable que el registro epidemiológico de los casos de ciguatera sea deficiente e impreciso. De igual manera, es clave y urgente conocer los niveles de toxicidad (periodicidad, distribución anatómica, tallas más tóxicas) y la determinación de la naturaleza química de las toxinas presentes en los productos marinos; las regiones de riesgo, y la temporalidad en los peces herbívoros, carnívoros y dinoflagelados.9

La implementación de normativas y la vigilancia epidemiológica y ambiental de la ciguatera son prioritarias. Se requiere acelerar las investigaciones y programas para su monitoreo y mitigación, fortalecer la base de su conocimiento, establecer métodos prácticos en su detección y buscar terapias y antídotos. Las afectaciones están aumentando constantemente en nuestro país, principalmente en la Península de Yucatán (Caribe Mexicano y aguas adyacentes), el sur de la Península de Baja California, y en puntos específicos del Golfo de México y del Pacífico Tropical.

Fuente: https://medioambiente.nexos.com.mx/la-crisis-ambiental-y-las-intoxicaciones-alimentarias-el-caso-de-la-ciguatera/

 

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Publicado en Artículos.

Cuba, La Habana. Investigador Titular del Centro de Investigaciones Pesqueras, doctor en Ciencias en el Uso, Manejo y Preservación de los Recursos, y maestro en Ciencias del Agua.

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