Ciguatera, intoxicación peligrosa y poco conocida

Los dinoflagelados tóxicos son seres marinos microscópicos que se cuelan en la cadena alimenticia y pueden llegar al plato del hombre. La ciguatera es la enfermedad que evidencia la intoxicación por esta causa.

BOGOTÁ D. C., 08 de septiembre de 2010 — Agencia de Noticias UN–

 

El director de la Universidad Nacional de Colombia en el Caribe, José Ernesto Mancera Pineda, asegura que en el país todavía existe mucho desconocimiento sobre este problema de salud pública. Incluso, los médicos llegan a confundir los síntomas de la ciguatera con otros tipos de intoxicación, según se ha visto en el caso de la isla de San Andrés.

“Los dinoflagelados se encuentran en todos los mares del mundo, algunas especies incluso viven en agua dulce. Ellos son el alimento primario de las cadenas tróficas. Se estima que de las 500 especies reportadas, unas 80 pueden llegar a ser tóxicas”, describe el Director.

Los moluscos y peces como la barracuda, el medregal, el jurel, el chemas, el pargo y el pez bonito pueden trasmitir los tóxicos al humano al ser ingeridos. Esto ocurre porque esos animales se alimentan de microalgas que tienen adheridos a sus cuerpos los dinoflagelados tóxicos.

El profesor Mancera explica que entre más grande es el pez, más puede contener toxinas acumuladas; además, que los peces contaminados están relacionados con áreas de pesca específica, donde se concentran los dinoflagelados en las algas.

El llamado de atención del investigador se debe a que el calentamiento global parece estar aumentando la cantidad de dinoflagelados tóxicos en los mares. Se suma el hecho de que cada vez es más intensa la navegación marítima, lo que trae consigo el arrastre de este tipo de problemas. Por consiguiente, los humanos están más expuestos.

En la isla de San Andrés, en junio pasado, 14 personas resultaron intoxicadas por ciguatera, nueve de ellas residentes isleños que consumieron barracuda y tres por comer el pez jurel. Todos tuvieron que ser llevados a centros médicos de Bogotá y Medellín.

“Lo que estamos haciendo en la UN es identificar los sitios donde están los peces infectados y la incidencia en la población. Hemos encontrado que en ciertas áreas hay al menos unas 11 especies de dinoflagelados toxinogénicos, una de las más temidas es el Gambierdiscus toxicus, que solo se ve con un microscopio electrónico. Se observa que en las épocas de lluvias hay unos picos más altos, debido a que la lluvia provee mayores nutrientes para la proliferación de la vida marina”, destacó Mancera.

Una de las características de estos dinoflagelados es que sus tóxicos no se destruyen al cocinar el pescado. En cambio, por ejemplo el veneno de las púas del pez león se degradan en altas temperaturas, debido a que es de origen proteico, una propiedad que no tienen los tóxicos de los dinoflagelados.

Mancera Pinera asegura que es necesario que las autoridades, no solo de la isla de San Andrés, sino de toda la Costa Caribe de Colombia, estén alertas ante el fenómeno. Él asegura que algunas personas preferirían no hacer “ruido” con el tema para no afectar el turismo, pero el peligro radica es que al no conocer esta afección, pueden presentarse malos tratamientos que incluso lleguen a causar la muerte a las personas.

“Se necesita capacitar a los médicos, hacer control de calidad de las colectas de peces, por ejemplo haciendo análisis de muestras –como se hace en otros países–, para descartar que el producto de una faena de pesca esté contaminado. Así mismo, apoyar la investigación para establecer los sitios donde se reproducen estos bichos tóxicos”, propone el científico de la UN.

Países como Brasil, Chile y Cuba tienen mayor conciencia sobre el problema de la ciguatera; por tanto, tienen estándares de vigilancia adecuados. “Este es un problema de salud pública y como tal debe ser atendido”, concluye el profesor José Ernesto Mancera.

Ojo a la intoxicación

– Se presenta vómito, calambres abdominales, diarrea y nauseas.

– Los síntomas aparecen entre 3 y 24 horas siguientes a la ingestión de las toxinas.

– Las secuelas neurológicas pueden continuar durante meses o años.

– Los síntomas subsecuentes, entre 12 y 18 horas después de la ingestión, son dolor de cabeza, prurito o rasquiña severa, parálisis muscular, alucinaciones visuales y auditivas, pulso irregular y disminución de la tensión, entre otras manifestaciones.

(Por: fin/capg/feb/vbr)N.° 507

 

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Publicado en Artículos.

Cuba, La Habana. Investigador Titular del Centro de Investigaciones Pesqueras, doctor en Ciencias en el Uso, Manejo y Preservación de los Recursos, y maestro en Ciencias del Agua.

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