Cuba: Por favor, ¡no hagamos tanto ruido!

Una de las consecuencias de la vida moderna es el incremento del ruido. Por eso se estableció el Día Internacional de la Concienciación sobre al Ruido, a fin de alertar a los ciudadanos de los daños y molestias que causa este tipo de contaminación para la salud, y las diferentes formas de reducirlo en el ambiente circundante.

Este día se celebró por primera vez el 24 de Abril de 1996, como parte de una conferencia local organizada por la Liga de Personas con Problemas Auditivos, de la ciudad de Nueva York. Desde entonces se celebra el último miércoles del mes de abril.

La contaminación acústica es el exceso de ruido, que altera las condiciones del ambiente de una zona determinada, por diversas causas, entre ellas, industrias, tráfico, centros de recreación, construcción de obras, reparación de calles, carpinterías, equipos motores de jardinería.

Este fenómeno va en aumento y es un grave problema, sobre todo en las ciudades con alto nivel de industrialización o densamente pobladas. El ruido es considerado como uno de los contaminantes más agresivos, también denominado contaminante invisible.

A esta contaminación, derivada de la necesaria actividad humana, se le suma la aportada por el propio hombre con sus gritos o música alta, que no tienen en consideración las normas de convivencia y respeto hacia los demás. Todas en su conjunto afectan la calidad de vida de la población y pueden provocar efectos muy nocivos para la salud, tanto fisiológica como psicológica, y hasta llegar a la pérdida de la capacidad auditiva.

Cuando estamos expuestos a ruidos perjudiciales, las estructuras del oído interno, denominadas células ciliadas, se dañan y no se regeneran, lo que causa una pérdida de audición. Estas son pequeñas células sensoriales del oído interno, las cuales transforman la energía sonora en señales eléctricas, que viajan al cerebro.

Sin dudas, la contaminación acústica provoca efectos negativos, tanto fisiológicos como psicosomáticos, y constituye un importante problema medioambiental y social.
La lucha contra el ruido debe constituir una acción individual y colectiva. Por ende, es necesario la concienciación y colaboración ciudadanas, así como una implicación decidida y eficaz de las autoridades, con una legislación y normativas adecuadas, que se cumplan.