La ‘realidad’ tras el espectáculo El cautiverio de los delfines ha sido ampliamente cuestionado, en especial en los últimos años y si bien hay personas que defienden que es una manera de salvarlos, la enorme mayoría, en cuanto conoce su realidad comprende de inmediato lo necesario que se hace acabar con esta inhumana práctica cuando antes. En la mayoría de los países del mundo hay los delfinarios que son visitados por millones de personas cada año, aunque hay excepciones: Costa Rica, India, Chipre, Eslovenia, Chile y Croacia los han prohibido y en Hungría y Suiza no se puede construir delfinarios ni importar cetáceos. En España los hay por todas partes.
Lo cierto es que la esperanza de vida en cautiverio de estos mamíferos marinos que pertenecen al orden de los cetáceos, se reduce casi a la mitad si se la compara con la que tienen en estado salvaje. Aunque estén protegidos de las redes de pesca, de los depredadores, de la contaminación de su medio natural o de la falta de alimentos, está muy claro que encerrados, los delfines no son felices. El aburrimiento, el estrés por el trabajo o la ausencia de las relaciones sociales complejas que tienen sus congéneres en libertad provoca que pierdan el apetito, adelgacen, se depriman, sufren otras enfermedades e incluso lleguen a suicidarse. A ello hay que sumarle las afecciones inherentes a la cautividad: deshidrataciones puntuales y periódicas, enfermedad pulmonar por cloro, micosis, etc. Estos animales, que son los únicos junto con los humanos capaces de reconocer su propia imagen ante un espejo son naturalmente sociables y muy activos, por lo que la falta de estímulos y las condiciones de sedentarismo e inactividad les afectan profundamente y sufren esta carencia de autonomía.
NO vayas a los delfinarios Si has llegado hasta aquí en tu lectura, te estarás preguntando qué puedes hacer tú para ayudar a estas maravillosas criaturas, inteligentes y conscientes de sí mismos. Pues la respuesta es muy simple: no acudas a los delfinarios, no compartas videos de delfines en cautividad o denuncia activamente entre tus amigos conocidos y familiares, la forma de vida a la que están sometidos. Cada vez que se paga una entrada en este tipo de ‘cárceles de lujo’ se es cómplice de la miserable existencia de sus inocentes convictos y se contribuye a condenar a otros delfines que aún no han nacido o no fueron capturados, a que su libertad sea cercenada en favor de nuestro estilo de vida y diversión. No permitas este encarcelamiento cruel, solo por sacarte una foto, pasar un momento diferente o aplaudir sus piruetas. No vale la pena.
Por Sandra MG para ‘El Periódico Verde’
Fuente: Noticias Medio Ambiente
