Un aspecto importante a tener en cuenta en el trabajo es la iluminación. No sólo afecta a nuestra visión y puede perjudicar en nuestro trabajo, sino también a nuestro estado de ánimo.
10 Febrero 2024
Por ello, debemos tener en cuenta los riesgos a los que se exponen los trabajadores por una mala o deficiente iluminación; así como las medidas preventivas de iluminación que deben primar en nuestro trabajo.
Una correcta iluminación es esencial para ver, sin dificultades, las tareas que se realizan en el puesto de trabajo y, también, en las zonas de paso, las vías de circulación, las escaleras o los pasillos. Si la iluminación es deficiente, aumenta la posibilidad de que los trabajadores cometan fallos y como consecuencia puedan producirse accidentes. Y no sólo eso, también provoca fatiga visual que deriva en otros problemas como dolor de cabeza, cansancio, irritabilidad, mal humor…
Y te preguntarás, ¿cuál es la iluminación correcta? Muy sencillo: aquella que permite distinguir y apreciar las formas, los colores, los objetos en movimiento y los relieves, así como la que permite ver fácilmente y sin fatiga, asegurando en todo momento el confort visual.
Medidas preventivas
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Adaptar el nivel de iluminación en función de la actividad y de la zona de trabajo. Hay que tener en cuenta, sobre todo, el tamaño de los detalles que hay que ver, la distancia entre el ojo y el objeto, el contraste entre los detalles del objeto y el fondo sobre el que destaca y también la edad del trabajador.
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Tener en cuenta los niveles mínimos de iluminación que establece la legislación (Real Decreto 486/1997 sobre lugares de trabajo). Los niveles se miden con un luxómetro y se expresan en lux (representa la iluminación producida por un lumen en un metro cuadrado de superficie). Para zonas que exigen bajas exigencias visuales los mínimos son 100 lux (manipulación de mercancías, salas de máquinas); para exigencias visuales moderadas (almacenes de oficinas, industrias conserveras), 200 lux; para altas (máquinas de imprimir, trabajos con ordenador…), 500 lux y para muy altas (inspección de colores, joyería), 1.000 lux.
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Las bombillas, fluorescentes o lámparas de bajo consumo deberán llevar pantallas que los oculten a la visión directa para evitar deslumbramientos.
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Orientar la luz adecuadamente, prioritariamente hacia los materiales y objetos con los que se trabajan, evitando los reflejos sobre el material.
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Instalar iluminación localizada en los puestos de trabajo que lo requieran, cuando la iluminación general sea insuficiente. La luz deberá estar ubicada oblicuamente por detrás del hombro izquierdo o derecho si es un trabajador zurdo.
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Reparar los puntos de luz que presenten desperfectos y estén estropeados; y cambiar las fuentes luminosas teniendo en cuenta su duración y rendimiento.
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Tener en cuenta las reacciones psíquicas emocionales que producen los colores. Los techos pintados con tonos cálidos y oscuros provocan seriedad. Sin embargo, esos mismos colores en las paredes y suelos, generan sensación de seguridad. Las paredes y suelos de color blanco pueden convertirse en superficies deslumbrantes cuando la iluminación es muy intensa.
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Colocar las superficies de trabajo entre los puntos de luz y no debajo de ellos para evitar reflejos y deslumbramientos.