Walid Boudhiaf nació en Francia, de donde era originaria su madre, y creció en Túnez, país en el que había nacido su padre y al que representa en las competiciones internacionales. Pero su vida está en Colombia.
Llegó al país “por cosas de la vida”. Primero se instaló en Bogotá y estando allí descubrió su amor por las aguas. “Yo cuando era pequeño pasaba los veranos a orillas del Mediterráneo del lado de Túnez, pescaba con arpón, pero descubrí este deporte en Colombia, a donde llegué con veintipico de años”, dice.
Su primer contacto fue con el rugby subacuático. Lo practicó varios años. Después se trasladó a Medellín y animado por unos amigos tuvo su primera experiencia con la apnea en San Andrés. Ahí cambió su vida.
Walid se casó con una colombiana, creó la Fundación Inner Sea (Mar Interior) por medio de la cual ha certificado a más de 300 apneístas en el país y organizó diversos eventos internacionales en San Andrés. “Hoy me siento más colombiano que de cualquier otra parte”, dice sin dudar.
Promoción de la apnea
Durante los últimos 10 años, Walid se ha dedicado a promover la apnea. No la ha visto como una disciplina deportiva para sí mismo sino como un deporte que acerca a las personas y que les permite ser mejores.
“Para mí este deporte siempre tuvo que ver con el compañerismo, con las personas con las que estuve entrenando -cuenta-. Yo estuve prácticamente con todos los apneístas del país y formé a muchos en la escuela que tengo en Medellín y en San Andrés, varios de ellos han hecho récords nacionales por Colombia”.
Su vida transcurre entre Colombia y Túnez. Habla fluidamente el español, pero se desenvuelve con propiedad también el viejo continente, a donde va con alguna frecuencia. La inmersión para lograr el récord en la modalidad de peso variable de la Asociación Internacional para el Desarrollo de la Apnea (AIDA) la hizo en aguas de Sharm el Sheikh, en Egipto.
La categoría de “Peso variable” es una variable en la que el apneísta puede bajar con la ayuda de un lastre, como un pequeño trineo, y debe regresar con su propio peso. Walid descendió 150 metros, que equivale a la altura de un edificio de 40 pisos.
“En Colombia tengo mi base de operaciones. Me quedé porque me gusta el país y por las condiciones excepcionales que tiene el mar de San Andrés”, explica Walid, quien ha hecho una tarea muy importante para posicionar al archipiélago como un escenario de primer nivel para la práctica de la apnea.
Ahora, después de ver la degradación de los océanos, se ha vinculado con diferentes iniciativas medioambientales y participa frecuentemente en conferencias y eventos. “Mi idea es trabajar más con biólogos marinos, organizar expediciones por ejemplo al Pacífico para ver la marcación de los tiburones, a ese tipo de cosas me quiero dedicar en el futuro”, concluye.