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Por M. Victoria Si. Nadal
Los profesionales de la salud y las personas con trastornos mentales anteriores son los colectivos más vulnerables.
Aunque el confinamiento está ayudando a combatir la pandemia del coronavirus también está poniendo en riesgo la salud mental de los ciudadanos. Durante estos días, los psicólogos repiten que el encierro puede aumentar la sensación de angustia, los pensamientos catastrofistas e incluso generar síntomas depresivos. Sin embargo, es demasiado pronto para saber cómo la situación actual nos está cambiando: todavía no hay datos suficientes y nadie se atreve a aventurar cuáles serán las consecuencias de esta crisis en la salud mental de los ciudadanos. Por eso, en momentos como estos, la Organización Mundial de la Salud recomienda a los investigadores hacer revisiones rápidas de la investigación realizada hasta la fecha en situaciones similares.
La revisión El impacto psicológico de la cuarentena y cómo reducirla, publicada en la revista The Lancetel mes pasado, analiza cuáles son las conclusiones de distintos estudios realizados en otros momentos donde los ciudadanos han tenido que vivir confinados. El objetivo es encontrar qué factores mejoran nuestra adaptación psicológica y cuáles la empeoran. Algunas de estas investigaciones incluyen el análisis de los efectos de la cuarentena durante el brote de 2003 del SRAS en áreas de China y Canadá o el confinamiento durante el brote de ébola de 2014 en aldeas enteras en muchos países de África occidental.
La mayoría de los estudios revisados recogen efectos psicológicos negativos, incluidos síntomas de estrés postraumático, confusión y tendencia a estar más irascible después del confinamiento. La intensidad de los síntomas aumenta en las epidemias en las que la cuarentena es más larga, si los ciudadanos temen infectarse, se sienten frustrados, se aburren, si les faltan suministros o si temen pérdidas económicas. “Algunos investigadores han sugerido efectos duraderos significativos”, recoge la revisión.
Cuarentena en su justa medida
Según la investigación realizada hasta la fecha, cuanto más larga es la cuarentena más se ve afectada la salud mental de los ciudadanos. “Es lógico que los síntomas estresantes que sufren los participantes tengan más efecto mientras más tiempo se experimenten”, explica el informe. “Lo aconsejable para minimizar el daño a la salud mental de los ciudadanos es restringir la duración de la cuarentena a lo que es científicamente razonable teniendo en cuenta los periodos de incubación y no adoptar un enfoque excesivamente precavido”.
Para las personas que ya están en cuarentena, aumentar la duración, aunque sea poco, puede aumentar cualquier sensación de frustración o desmoralización. Pero esa parece una estrategia mejor que la cuarentena indefinida. Imponer un confinamiento sin un límite de tiempo claro, como se hizo en Wuhan (China), podría ser más perjudicial que los periodos limitados al tiempo de incubación.
Efectos duraderos meses e incluso años después de la cuarentena
Sentir ansiedad o tener síntomas depresivos durante el periodo de cuarentena no es sorprendente: los ciudadanos viven semanas de incertidumbre protegiéndose de una pandemia mundial. Sin embargo, la evidencia dice que estos efectos psicológicos todavía se pueden detectar meses o años más tarde. La revisión sugiere que es necesario garantizar que se implementen medidas efectivas de mitigación como parte del proceso de planificación de cuarentena.
Tener antecedentes de enfermedad mental se asocia con más consecuencias negativas
En uno de los estudios revisados se encontró que tener antecedentes de enfermedad psiquiátrica se asoció con experimentar ansiedad e irascibilidad entre cuatro y seis meses después de terminar la cuarentena. Más concretamente, la literatura previa sugiere que el historial de enfermedades mentales se asocia con angustia psicológica después de experimentar cualquier trauma relacionado con el desastre. “Es probable que las personas con problemas de salud mental preexistentes necesiten apoyo adicional durante la cuarentena”, se lee en el informe.
Los trabajadores de la salud también lo sufren más
Uno de los sectores de la población que más se exponen al virus es también el que más sufre las consecuencias psicológicas incluso después de controlar la pandemia. Los sanitarios sufren síntomas más severos de estrés postraumático que los miembros del público en general. También emociones relacionadas con la frustración, la culpa, la impotencia, la soledad y la tristeza. “Los trabajadores de la salud también tenían muchas más probabilidades de pensar que tenían SARS y de preocuparse por infectar a otros”, tal y como está sucediendo con el coronavirus.
La pérdida financiera hace más probable desarrollar trastornos mentales
Más allá del virus, otra de las principales preocupaciones de los ciudadanos ahora mismo son las repercusiones económicas: la pérdida de empleos y la incapacidad de hacer frente a gastos como la hipoteca, el alquiler o las facturas. En los estudios revisados, la pérdida financiera como resultado de la cuarentena creó una grave angustia socioeconómica y se descubrió que era un factor de riesgo para desarrollar síntomas de trastornos mentales y de ansiedad incluso varios meses después de la cuarentena.